Ciudad de Dios, basada en la novela del poeta y escritor brasileño Paolo Lins, es una cinta que entremezcla las características de la juventud marginal de la sociedad latinoamericana. Ciudad de Dios es una favela brasileña, pero también puede ser una villa miseria argentina, una población callampa chilena, o un cono marginal peruano. Es el relato de un puñado de niños y jóvenes que no percibe espacios de superación a través de los canales institucionales.
Es una obra que presenta a la escuela desde su ausencia: la escuela no es una institución que tenga peso, en el quehacer de los niños y jóvenes, no tiene significado en si mismo, sólo referencial. ¿Dónde está la escuela? La escuela no aparece: Dadito y su pandilla no asisten, sin embargo tienen logros personales que evidenciar entre sus pares. Buscapé mantiene una relación dual: por una parte, busca utilizar los mecanismos que entrega la escuela para cumplir su sueño de ser fotógrafo y, por otra, no le otorga valor cuando intenta cometer ilícitos. Es la voz de su hermano (un ascendente delincuente juvenil) quien le convoca a la escuela, le exige ser más inteligente que él y no delinquir.
El narrador es Buscapé, quien cuenta una historia marcada de peleas, amor y muerte. Sugerentemente se insinúan sus ojos a través de una cámara formal, correcta, no por ello, menos atractiva y fresca, la cual nos adentra en las infinitas posibilidades que entrega el lenguaje fílmico.
El filme evidencia influencias de distintos géneros cinematográficos: la hidalguía y coraje de los westerns (Los Imperdonables), la rudeza y dureza del realismo (Las uvas de la ira), y los códigos morales de las mafias (Los Buenos Muchachos). Sus secuencias varían el ritmo de los planos y la música, todo de acuerdo a las décadas que se van viviendo; de la paz y el amor de los sesentas (hippies y pacifistas) se pasa a la construcción y destrucción de los setentas (los sueños colectivos truncados por los golpes militares en Latinoamérica), para finalizar con la rapidez vertiginosa y aplastante de los ochentas (el apogeo de los carteles de la droga). Aquello está presente en el ritmo secuencial de la película, en su puesta estética, en los tiempos de duración de las secuencias, en la vestimenta de los personajes, en los colores de las tomas: todo redunda en el carácter histórico y social de Ciudad de Dios. Lentamente Buscapé va descubriendo el sentido de su vida, una vez que se conoce a sí mismo y descubre su lugar en el mundo.