La banda sonora se basa en sonidos sintetizados y eléctricos, carentes de percusiones, puesto que lo que se quiere crear es una atmósfera que invite a la reflexión más que al goce de la música, que en general es acorde pero muy pobre. La opción del director tiene que ver con el carácter poco acogedor de los personajes y la puesta al día en los ritmos que en la década de los noventa tuvieron un importante desarrollo. Probablemente hubiese sido más amable utilizar instrumentos más calidos, como pianos, sonidos de vientos y en algunos casos violines, pero se hubiese producido un contraste muy notorio con el mensaje de la historia, la opción fue profundizar en la temática.