Cristo y el cuy horneado
Este cuadro cuelga en la Catedral del Cuzco. Representa la última cena, un tema iconográfico recurrente en el arte religioso europeo. La versión más famosa es, sin duda, el fresco de Leonardo da Vinci que se encuentra en el convento de Santa Maria delle Grazie en Milán. Pero existen muchas versiones, desde los cuadros pre-renacentistas, pasando por representaciones de tradiciones artísticas africanas y asiáticas, hasta el surrealismo (por ejemplo el famoso cuadro de Salvador Dalí que se encuentra en la National Gallery en Estados Unidos) y la instalación del artista argentino Marcos López (titulado Asado en Mendiolaza).
A primera vista y como en muchas representaciones, en el cuadro cuzqueño Cristo está sentado con sus discípulos alrededor de una mesa. Pero cuando prestamos mayor atención caemos en cuenta que hay algo “extraño” en este cuadro. En el centro de la mesa se encuentra un cuy (conejillo de indias) horneado así como otros elementos “extraños”: ajíes (chiles), maíz y algunas frutas tropicales. Quizás aun más extraño es el hecho que estos alimentos parecen complementar de manera armónica los alimentos “clásicos” de la última cena, el pan y el vino.
Este cuadro ofrece varias lecturas útiles para pensar la historia de América Latina. Desde cierta tradición, el cuadro podría representar la subordinación de las culturas autóctonas de América por el colonialismo europeo y su expresión ideológica: el cristianismo. El colonialismo fue doble: territorial y cultural. Los invasores europeos buscaron reconstituir el paisaje físico y cultural americano para insertarlo en, y hacerlo entendible por, una visión europea del mundo.
Desde otra tradición, el cuadro podría representar la resistencia de los subordinados: el cuy insertado en el cuadro podría ser visto como un acto de rebeldía, de insubordinación, o incluso como expresión de la supervivencia de una cultura original. El cuadro es subversivo ya que sugiere que, al intentar reconstituir el mundo americano a la imagen del mundo europeo, los europeos crearon espacios que los autóctonos apropiaron y utilizaron para resistir. Así, si bien los artistas cuzqueños que pintaron el cuadro trabajaron dentro de una tradición artística europea, no dudaron en subvertir esa tradición al insertar elementos de sus propias tradiciones culinarias y artísticas.
Por último, según una tercera tradición, el cuadro podría representar un proceso que va más allá de la dominación y la resistencia. El cuadro representaría un proceso complejo y dinámico que correspondería, por un lado, a la europeización de América, y por otro, a la americanización de Europa. El cuy y los ajíes, en esta interpretación, no serían expresión de la resistencia americana a la cultura europea. Más bien significarían su asimilación y modificación. ¿Si Cristo y sus discípulos comen comida americana, no significa eso que ellos son americanos? ¿Y si Cristo es americano, no significa eso que tanto europeos como americanos son hijos de un mismo Dios y, por consiguiente, que son iguales?
Me parece que todas estas lecturas tienen algo de cierto. Todas sirven para entender nuestro pasado y quizás ayuden a enfrentar nuestro futuro.