Lucio Correa Morales (1852 – 1923) es considerado el primer escultor argentino representativo del campo cultural que comenzaba a formarse a fines del siglo XIX.
Nació en una estancia en Navarro, Provincia de Buenos Aires y a los 13 años se trasladó a la Capital. Impulsado por sus primos el naturalista y dibujante Eduardo Ladislao Holmberg y Francisco P. Moreno, en 1874 ganó una beca creada por Mitre para estudiar en la Academia de Bellas Artes en Florencia, Italia, bajo las enseñanzas del escultor Urbano Lucchesi. En esta ciudad compartió su estadía con otros argentinos que también habían sido becados por el gobierno argentino como es el caso de Ángel Della Valle, José Bouchet y Ballerini.
En 1882 regresó a Buenos Aires donde obtuvo el cargo de Administrador del recién creado Jardín Zoológico y fue designado profesor por la Academia Estímulo de Bellas Artes en Buenos Aires y en la Facultad de Arquitectura en 1897.
Correa Morales fue el maestro de la primera generación de escultores argentinos, entre ellos Rogelio Yrurtia, Pablo Curatella Manes y Pedro Zonza Briano. Su obra “Falucho” (1987, Plazoleta Falucho) fue el primer monumento de un escultor argentino emplazado en la ciudad de Buenos Aires.
Sus obras, entre las que destacan Ondina del Plata (1880, Jardín zoológico de Buenos Aires), Río de la Plata y La cautiva (1905), muestran su carácter indigenista y criollo, enriquecido por innumerables viajes al interior del país en compañía de naturalistas y científicos.
También posee obras suyas en varias provincias argentinas, museos e instituciones.