Tramas - Educación, imágenes y ciudadanía
El film recorta una problemática de perfecta actualidad: las identidades llamadas “minorías”, (mujeres, negros, judíos, discapacitados, etc.) en sus luchas por el reconocimiento, denuncian que sus identidades han sido históricamente encasilladas y estereotipadas, al mismo tiempo que devaluadas y marginadas. La exacerbación de estos encasillamientos muchas veces ha jugado en contra de quienes los denunciaban, cristalizando estas identidades, desalentando la convivencia entre grupos diferentes, considerando como amenaza o contaminación cualquier aporte o diferencia cultural, religiosa, de género, etc.
En la trama fílmica, el ghetto del que nos habla el director viene a proteger a sus habitantes de un afuera que históricamente los ha discriminado, perseguido, inclusive exterminado, poniéndolos “a salvo” de diferencias religiosas, sociales, culturales, etc. Sin embargo, es también el lugar donde sus integrantes tendrán que resolver problemas vinculados a la discriminación en la actualidad, especialmente los jóvenes, quienes la sufren en carne propia. La mirada sobre la vida cotidiana en el country permite encontrar entre jóvenes y adultos, y entre los propios jóvenes, actitudes discriminadoras.
La discriminación es uno de los modos que adopta la posición de los sujetos frente a lo diverso, lo diferente. Discriminar significa literalmente separar, distinguir, separar una cosa de otra. Puede tener una acepción positiva cuando es diferenciación y reconocimiento, y una acepción negativa cuando genera situaciones de desventaja o desigualdad de oportunidades. El uso cotidiano de la palabra discriminar se vincula con el prejuicio, y con la estigmatización del discriminado. Discriminar, en este sentido, supone llevar el prejuicio a la acción. Una acción negativa hacia el otro que implica un acto de expulsión respecto del colectivo del cual se diferencia a quien es discriminado. Esta expulsión puede ser física o simbólica, negando el derecho y/o usufructo de un bien social, material o cultural. En su versión extrema supone la eliminación física del otro .
La discriminación, entonces, está asentada sobre relaciones sociales asimétricas que se traducen en actitudes de rechazo, exclusión, segregación, humillación o negación del otro. Estas actitudes discriminatorias están motivadas por imágenes estereotipadas y prejuiciosas que un grupo mantiene sobre otro que son elaboradas a partir de una selección de rasgos que se consideran como características esenciales.
Como decíamos a los comienzos de este texto, la película tensiona al máximo los rasgos estereotipados asociados a las identidades judías. Al igual que la autoafirmación que realizan los miembros del country, en tanto judíos, como la que realiza el protagonista principal frente a su apodo “Cara de queso”, la radicalización de los estereotipos judíos en los personajes, en las historias, en las experiencias que elige contar, como en las imágenes que construye, son el punto de inicio del director, que creemos le permite discutirlos.
Como decíamos en un trabajo anterior, es en las formas en que pensamos, mostramos, representamos a los otros que se ponen en juego una serie de prejuicios, estereotipos, y estigmas. Los estereotipos, a la manera de un corsé, fijan e inmovilizan a las personas en una imagen congelada. Y esa imagen, además de perdurar en el tiempo, es resistente a los cambios y su fuerza radica en su simplicidad. Es común escuchar, por ejemplo, que “todos los judíos son tacaños”, “todos los negros bailan bien”, “todos los negros son haraganes”, etc.
Quizá nunca hayamos hecho negocios con judíos, pero diremos de ellos que son ventajeros, quizá nunca hayamos entrado a un barrio marginal, de emergencia, pero diremos que allí son todos borrachos.