Tramas - Educación, imágenes y ciudadanía
· Control/descontrol – color/blanco y negro
La acción a partir de la cual se construye a Santiago es su ejercicio del control. Y son varios los mecanismos para hacerlo visible. Uno de ellos, el más reconocible a simple vista, es el cambio de la imagen en blanco y negro y a color. Es la materialización, la visualización del caos. En ocasiones, el cambio se hace presente en una misma escena, por ejemplo, en el diálogo entre Santiago y su padre, cuando éste le dice que tiene que irse de la casa. Santiago parece un niño pequeño, débil (“Sí, ya me dijo mi mamá que me tengo que ir… pero, ¿puedo quedarme a almorzar, con ustedes, ahora?”). Frente a la autoridad del padre, se achica, su fortaleza disminuye. Es parte de la costumbre en una familia machista y aparentemente tradicional, como la suya.
Otro momento es cuando Santiago camina por las calles de Lima y piensa. Intenta convencerse de que la organización y disciplina que conoció allá, en el campo de batalla, en las concentraciones, le servirán igualmente en la ciudad caótica. Hay fragilidad en su convicción: de tan repetitiva se vuelve frágil; la imagen cambia de color al blanco y negro una y otra vez, una y otra vez, como las ideas que se repite para darse seguridad.
· Multiplicidad de términos, multiplicidad de acciones
Un elemento interesantísimo de la construcción visual de la película es la multiplicidad de planos de acción en una misma toma. Con la misma intención, hay multiplicidad de planos de acción en la relación del plano visual y el sonoro. Por ejemplo, en el primer caso, de multiplicidad de planos de acción en la misma toma, Santiago contesta el teléfono en primer término de la toma, cuando lo llama Rata por primera vez, para reunirse con los amigos excombatientes. En segundo término, al fondo de la toma, la familia de Santiago almuerza, desordenadamente: el padre insiste con que la hija se vista sensualmente para atraer clientes en la bodega, la madre atiende la mesa cansada, triste, Coco intenta hacer comer a Elisa a la fuerza, después de una pelea.
Santiago se ha refugiado en un mundo de caos, pero se trata de su familia y no puede intervenir para cambiarla.
Otro ejemplo, este de multiplicidad de planos de acción y tiempo, combinando términos visuales y sonoros: pasa algo en el presente, se escucha algo en otro tiempo, como cuando el grupo se encuentra en el cementerio. Mientras se escucha el diálogo entre Santiago y Rata acerca de que no hay nada qué hacer y Santiago expresa su deseo de hacer algo “que sirva”, los vemos saludando a sus amigos de acción, abrazándose, bromeando entre ellos, en un cementerio. Además, en el primer ejemplo la metáfora es obvia: un grupo de jóvenes de acción, cuyo centro de reunión es el cementerio. Pueden estar visitando la tumba de un compañero caído en batalla, pero es también una forma de visualizar el estado en el que se encuentran para el mundo: son como muertos, no sirven más.
Este esquema se repite a lo largo de la película: mientras vemos algo, está pasando otra cosa que descubriremos después. Conclusión: siempre está pasando otra cosa, algo que queda fuera del control de Santiago, pero que lo afectará: que su mujer tome sus propias decisiones y tenga sus propias ideas, que mientras Elisa lo seduce y le pide que la ayude con Coco, le pida a Coco que no la deje, que mientras él discute y se pelea con su hermano y cuñada, su padre esté abusando de su hermana menor. Ese es el drama de Santiago, estar obsesionado con el control y no tener autoridad para controlar nada.
Como no puede controlar el tiempo, tampoco. Para él, el pasado sigue pasando; se acuerda “de todo, todo el tiempo, todos los días” y no puede dormir. Quiere estar tranquilo con su conciencia. Sus meditaciones y ejercicios en la playa, de madrugada, de noche, son su mecanismo para recordar (el control, el orden) y para olvidar también (el caos que no puede controlar, todas sus incapacidades sociales
· La edición: intenciones contrapuestas
La edición de la película refuerza constantemente esta incapacidad de Santiago. Nos lo muestra primero en su ilusión de control: entrenando en la playa, nadando en la madrugada, siendo feliz con esa disciplina, para luego ponérnoslo frente a su cuñada, mientras ella le coquetea, incapaz de contestarle nada. Otro momento así, el más patético de todos: su último intento de decisión, cuando mueve la pistola sobre su cabeza, una y otra vez, buscando el lugar donde dispararse para morir. Son varias las tomas entrecortadas que generan la sensación de un paso del tiempo lento, pesado, con el riesgo del suicidio de cara al espectador. Se acumula la tensión y cuando Santiago por fin dispara, no hay balas. Fin.