La película trata el tema del “trauma” desde la perspectiva del soldado Ramírez, quien estando en el desierto se niega a cumplir las órdenes de matar a los presos políticos, lo que provoca que el sargento Zúñiga disparare a los prisioneros. Ese evento marca la vida de Ramírez de manera negativa por el resto de su existencia.

La significación que Ramírez le otorgó a ese suceso, provocó que su mente no pudiera inscribir o registrar ese hecho.

El trauma causado por esta experiencia no sólo afecta a Ramírez, sino que también afecta la conciencia del sargento Zúñiga puesto que, en un diálogo que tienen en un bar, Zúñiga expresa su juicio hacia sus actos en el pasado diciendo: “Estábamos bien locos, puta que estábamos locos” y luego dice que lo que se debe hacer es olvidar lo malo, porque eso no hace bien. En este sentido también se puede deducir una contradicción por parte del sargento ya que, si bien registró el hecho como una experiencia negativa, también apreció y valoró en su momento el tener una posición de poder.